viernes, 11 de junio de 2010

El volcán Toba, el viejo asesino de la humanidad (parte II)

Hace más de una década que los científicos están trabajando sobre la idea de que la erupción del Toba puso en peligro a la humanidad prehistorica. Las simulaciones por ordenador sugieren que las temperaturas globales cayeron de unos 2.5 a unos 10 grados centígrados después de la erupción del Toba. Aunque parezca una cifra no muy grande y sin mucha importancia, debemos tener en cuenta que este dato supera los umbrales de seguridad marcados para el momento actual por el Panel de la ONU sobre Cambio Climatico, que indica que para evitar consecuencias catastróficas, las temperaturas no deberían subir o bajar más de 2 grados. Este “invierno volcánico” que se extendió al menos durante unos 10 años tuvo dos tipos de causas.
Por una parte intervino el efecto parasol de las cenizas volcánicas en suspensión, que actúan como una sombrilla para los rayos solares. Sin embargo, hubo otro proceso aún más importante, la emisión de dióxido de azufre, que en uno de los gases más habituales en las erupciones volcánicas. Al llegar a la alta atmósfera, el dióxido de azufre reacciona con los iones de OH de las moléculas de agua y se forman aerosoles de azufre, sustancias de gran poder reflectante que pueden reenviar el calor solar de vuelta al espacio.
A gran altitud los gases de sulfuro actúan de forma contraria a los de efecto invernadero y su poder persiste durante varios años gracias a las reacciones en cadena en la atmósfera. Hay gente que opina que una de las soluciones posibles para el efecto invernadero creado por el hombre por sus emisiones de dióxido de carbono podría ser contrarrestado, podríamos crear el efecto contrario inyectando azufre en la atmósfera. Científicos como Paul Crutzen, ganador del Nobel de Química en 1995 por sus estudios sobre el ozono, han propuesto liberar azufre a la atmósfera como una solución de ingeniería contra el calentamiento global.

Tras la explosión del Toba, la ceniza asfixió a las plantas y llenó de cieno los cursos de agua dulce en amplias áreas. Después, el clima se enfrió y se hizo también más seco, por interacciones de la dinámica atmosférica. Esto afectó a la vegetación que varió hacia los arbustos y los pastos. Y los hombres, simplemente, tuvieron que agudizar el ingenio, como siempre. Y sobrevivió, la prueba viviente somos nosotros mismos.
Una explosión como la del Toba puede ocurrir en cualquier momento. Nuestras vidas se asientan sobre roca fundida y los volcanes son su puerta hacia el exterior. Así de fácil se rompe lo que conocemos como tierra firme.


Este aparentemente tranquilo volcán casi acaba con la humanidad y sumio al planeta en un largo invierno que duró unos 10 años.

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