martes, 15 de junio de 2010

Ideas claras. Desmintiendo algunos conceptos erróneos acerca de los terremotos.

La mayoría de la gente tenemos bastante claro lo que son los terremotos, pero hay algunos aspectos que deberíamos aclarar pues, con el paso de los años, y debido a la exageración de los desastres naturales y también producido por la ciencia ficción, han provocado que se den como ciertos hechos que son completamente absurdos.
Por ejemplo, el error más frecuente sobre los efectos de los terremotos está en la creencia de que en el suelo pueden abrirse precipicios sin fondo capaces de tragarse a cualquier persona que se encuentre en el lugar exacto en el que se “abre” la tierra, para después cerrarse, triturando a la desgraciada víctima. De todos los peligros reales que cabe temer de un seísmo, éste es, probablemente, el último. Es cierto que a veces se producen grietas en el suelo, pero nunca sobre la roca sólida. Son siempre superficiales y no se cierran otra vez, excepto en rarísimas ocasiones.
También existe una explicación de Aristóteles sobre los temblores que resulta errónea. Esta hipótesis indicaba que los días precedentes a que se produzca un terremoto son sofocantes y sin viento, ya que todo el viento ha sido arrastrado bajo la Tierra. Este concepto persiste en la extendida noción del “tiempo de temblores” que se encuentra en el folklore moderno, a pesar del hecho probado de que los antecedentes demuestran que los terremotos han sucedido en cualquier época del año y con todo tipo de viento. En la actualidad, en sentido popular, la frase “tiempo de temblores” parece referirse a una atmósfera pesada, sofocante, encapotada y bochornosa. Pero esto es algo incierto, solo le podríamos dar una razón para que este bulo se haya formado, al hecho de que los pobladores, simplemente, han responsabilizado a los odiosos “días sofocantes” de las calamidades que, en verdad, podrían haber ocurrido con otras condiciones climáticas.
La única forma en la que las condiciones meteorológicas pueden relacionarse con los temblores es mediante la presión barométrica que es capaz de ayudar a desatarlos, ya sea independientemente o en conjunción con otras fuerzas, como las mareas del Sol o de la Luna.
También se ha señalado una correlación entre los temblores y la fluctuación polar. El eje de la Tierra no es completamente fijo, sino que fluctúa levemente mientras el planeta gira, como lo hace con frecuencia una peonza. La razón de esta fluctuación cabe que se relaciones con la fricción de la fuerza de gravedad dentro de la Tierra, o con el movimiento del núcleo líquido exterior. Ahora bien, el hecho de que la fluctuación polar cause terremotos, o sea causada por ellos, es un problema que actualmente se halla en estudio.
Los verdaderos peligros de un terremoto son los siguientes:
- Ser golpeado por objetos que caen, especialmente si se huye hacia el exterior.
- Quemarse con algún fuego que se haya producido durante el temblor, peligro que, generalmente, se agrava si se rompen las grandes tuberías de conducción de agua, ya que no es posible recurrir a ésta.
- Quedar enterrado, si se está en una zona de montañas, por un desprendimiento provocado por el temblor.
- Ahogarse en un tsunami si se está en la cosa.
Por esto, si se está fuera, en campo abierto, lejos del mar… ¡A disfrutar del espectáculo!


Grietas producidas por el terremoto de magnitud 6.5 en la escala de Richter ocurrido en Yaizu, Japón.

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