Islandia es producto de uno de los fenómenos geológicos más extraordinarios de la corteza terrestre. Islandia empezó a formarse hace unos 25 millones de años, cuando los materiales surgidos de la dorsal atlántica formada por la placa Norteamericana y la Euroasiática se fueron acumulando. Por fin emergió hace unos 16 millones de años y ha seguido creciendo desde entonces. Toda ella es un enorme volcán. De hecho, Islandia tiene también sus pequeñas hermanas, nacidas del mismo modo que ella, por ejemplo, en 1963 los noticieros de todo el planeta siguieron de cerca una espectacular erupción en mitad del mar, a unos 30 kilómetros del sur de la costa de Islandia. De esta erupción surgió una isla, que tenía 170 metros de alto. Esta isla, hoy en día es un laboratorio vivo en el que los científicos estudian el proceso de colonización por la vida en un espacio de pura roca recién creado.
Pero esto es tan solo un pequeño consuelo para todos aquellos que teman que a partir de ahora pueda haber más semanas de caos producido por las erupciones. Sin embargo, tenemos una buena noticia. Según los expertos habría que añadir matices. Primero, no todos los volcanes emiten cenizas, simplemente expulsan solo lavas fluidas, segundo, no todos los volcanes que expulsan cenizas lo hacen en todas las ocasiones, y tercero, no siempre que esto ocurre, la nube de cenizas es llevada por el viento a las zonas de más tránsito aéreo.
Podríamos decir que esta reciente nube de cenizas ha sido consecuencia de una serie de situaciones fortuitas. Como mucha gente dice, “Si algo puede salir mal, saldrá mal”
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